Mes: diciembre 2019

No, una mascota no es un regalo

Entramos en unas fechas en las que los niños hacen sus cartas a los Reyes Magos, Papa Noel o el Olentzero. Los regalos que más suelen demandar los chiquillos se basan en juguetes o incluso mascotas. Dentro de este segundo grupo me voy a dedicar con este artículo-denuncia a manifestar lo que pienso sobre aquellas personas, en especial padres y adultos en general (los nenes no tienen culpa de la inconsciencia de los mayores), que regalan perros en estas fechas a sus familiares menores cómo el que regala un juguete de moda pasajera y que con el transcurso del tiempo este acaba en el cajón del olvido con motivo de que el párvulo ya se cansó de él.

Un perro es una vida que siente, ama y da lealtad absoluta a sus dueños, aunque desgraciadamente en este país llamado España contamos con animales de dos patas que son más ‘animales’ que los propios animales de cuatro.

La Fundación Affinity hizo un estudio el año pasado en el que aseguraban que se vieron obligados a recoger la cantidad anómala de 104.688 perros y que los principales motivos de su abandono se basaban en: las camadas indeseadas (15,3%), fin de temporada de caza (12,6%), renuncia al animal (10,8%), factores económicos (10,7%) y la última causa con motivo de las vacaciones familiares (1,2%).  Lo que las cifras a mi entender demuestran es que la especie humana merece ser castigada de por vida por la mala utilización que se hace de unos seres vivos tan nobles como inocentes que no tienen culpa de que haya adoptantes tan desgraciados como hijos de su madre que traten a los perros como objetos y, claro, en Navidad es un regalo ‘estrella’ para endulzar y enternecer a las personas, especialmente a los niños.

Cuando se tiene un perro hay que saber que por norma general cuentan con una esperanza de vida aproximada de 15 años. Esta cifra variará en mayor o menor medida según la raza del can y el cuidado que se tenga de él. A este hecho, hay que sumarle que todos los perros, aunque nazcan pequeños y ‘bebés’, no siempre van a ser así, salvo que elijamos una raza de tamaño menor que entonces sí será pequeño para toda su trayectoria vital.

Yo mismo hace tres años adopté un perro cuya raza es pastor vasco. Recuerdo la primera vez que lo vi y lo acuné entre mis brazos apenas contaba con 2 meses y medio. Tan pequeñito como quejica, pero con el que tuve un flechazo absoluto como nunca antes lo había tenido. De entre los tres que había para elegir, yo me quedé con el ‘llorón’ pero a su vez el que más me enamoró en el mismo instante en el que mi mirada se cruzó con la suya. A mi pastorcito vasco lo adopté poniéndole el nombre de Nax porque me recordaba a mí en la intensidad de sus emociones y hoy con el paso del tiempo, puedo corroborar la afirmación de que los dueños acabábamos siendo igual que los perros o quizás al revés.

Actualmente, Nax pesa alrededor de los 32kg, ya no es ese bebé quejicoso al que me gustaba coger en brazos por lo diminuto que era, pero sigue siendo ese mismo perrito del cual me enamoré, con el mismo genio y a su vez tan cariñoso que me sigue cautivando.

De todas formas, no hay que mirar exclusivamente los defectos que tienen los perros, sino que hay que poner en una balanza las cosas buenas y malas que nos aportan y si suma más cosas positivas que negativas adoptarlos y en caso contrario, no hacerlo, pero bajo ningún concepto adoptar para luego expulsarlos de nuestras vidas porque son como bien digo, seres puros con gran cuantía de sentimientos y siempre sinceros. La lealtad que tienen estos animales es mucho mayor de la que podemos encontrar en las personas.

Los perros lo dan todo por ti y tu familia a cambio de una simple caricia y mirada cómplices, te protegen a ti y a los tuyos, de personas indeseables que buscan el mal a nuestro alrededor y eso dice bien de lo espléndidos que son. Para estas navidades en las que el 2020 lo tenemos a la vuelta de la esquina quiero mandaros a todos los que me leéis en Tribuna Libre el siguiente mensaje: no compréis, adoptad, ya que los perros que más nos necesitan son los que están en veterinarias y perreras y una vez que los adoptéis, dadles cariño, amor y un lugar en el que puedan alojarse.

Un perro tiene momentos dulces y con genio, al igual que nosotros y por ese motivo. hay que tener paciencia con ellos de la misma manera que debemos tenerla con los seres humanos. Los canes en la riqueza y en la pobreza nos apoyarán, en la salud y la enfermedad también, hasta el último día de nuestras vidas o de las suyas y todo esto a cambio de nada, motivo suficiente para deciros: un perro no es un juguete, pero sí una vida que nos puede otorgar felicidad.

Artículo de Jonathan Turrientes recogido del medio de comunicación Tribuna Libre

Diario de un periodista novel Capitulo III. “La política y sus ‘cauces mediáticos’”

Con la mayoría de edad viene consigo la obtención del derecho al voto, toda una experiencia para el ser humano. Normalmente los jóvenes empezamos siendo completamente vírgenes en conocimientos políticos y esto acaba produciendo que nos rijamos por lo que se vota en nuestras casas en la primera experiencia que tenemos en unas elecciones; ya sean generales, autonómicas, locales o europeas. Cuanto más pasan los años, mayor información adquirimos en esta materia y tras ser graduados en periodismo, la obligación de absorber conocimientos sobre política se vuelve indispensable en nuestras vidas ya que hoy en día todo va relacionado con esta ciencia, destacando el papel fundamental que tienen los medios de comunicación, quienes acaban siendo uno de los mayores cauces mediáticos que existen.

Yo mismo tengo que reconocer que comencé votando a la izquierda puesto que era lo que se regía en mi casa y claro, cuando eres un ignorante de la política consideras que lo que se vota en tu entorno es lo correcto, pero según iba pasando el tiempo, mis inclinaciones políticas variaban a consecuencia de algunas actitudes de los partidos de esta misma ideología. Hoy en día, yo no me catalogaría por una corriente específica puesto que discurro que tanto la izquierda como la derecha tienen iniciativas muy buenas y necesarias para el bien de España y otras que no, aunque desgraciadamente, pensar de esta forma no vende cuando pretendes ejercer como periodista en un medio de comunicación ya que lo que buscan estos es que tu ideología se ajuste a su línea editorial o lo que es lo mismo, seas un periodista a su gusto y semejanza, lo que yo considero un ‘vocero’.

A consecuencia de este hecho, los noveles, tenemos que tomar en nuestros inicios una serie de decisiones cruciales que labrarán la personalidad que queremos plasmar dentro de este mundo tan competitivo como es el de la comunicación y la primera concierne sobre el referendo moral de si queremos darnos a conocer como periodistas de izquierdas o de derechas. Para entrar en nómina, esa elección es determinante ya que los medios que podemos encontrar hoy en día TODOS tienen su perspectiva política señalada. Son muchas las empresas dedicadas a la comunicación que nos quieren hacer ver que son de centro o que poseen la varita de la imparcialidad, pero respecto a ese hecho, quiero manifestaros que estos mismos son los que en mayor medida dependen sobre una tendencia específica. Casualmente, los que más observo en esa tesitura acaban siendo los de izquierdas cosa que a los de derechas, en la vida los he escuchado ni leído fardando de su arbitrariedad. Asimismo, dentro de esta ideología también los podemos encontrar que presuman abiertamente de ser un medio de derechas como si de un superhéroe que viene a defender el mundo de ‘los malos’ se tratara.

Como bien señalé con anterioridad, yo no me clasifico ni como un periodista de izquierdas ni de derechas, pero en un mundo en el que solo existen esas dos vertientes, lo que aconsejaría a todos los periodistas noveles que me lean es a posicionarse por la línea editorial en la que más cómodos se encuentren escribiendo. Yo personalmente, me decanté por la derecha, el motivo principal es porque soy una persona contraria a todo lo relacionado con lo políticamente correcto. Tema que tiene que ver con lo políticamente incorrecto, tema con el que estaré de acuerdo y en este tipo de cuestiones, la tendencia ideológica por antonomasia es la derecha mientras que, en la izquierda, yace todo lo que ver con lo políticamente correcto.

La política en sí, no solo es un ámbito que crea conflictos, sino que también quiero reiterar lo injusto que me parece que los medios de comunicación también llamados el cuerpo poder, no nos permitan ser LIBRES a la hora de plasmar situaciones y/o pensamientos que tienen vinculación con una serie de sucesos objetivos, pero por desafortunado que parezca, ese privilegio de plena libertad solo lo tienen los que poseen un nombre en el mundo audiovisual o inclusive se puede dar la circunstancia de que hasta los más prestigiosos que nos vengan a la mente, en reiteradas ocasiones y sobre temas peliagudos, acaben autocensurándose con el fin de no perder seguidores. Al fin y al cabo, el éxito en el periodismo consiste en que la gente te siga y que nunca generes indiferencia. En tanto en cuanto estas dos situaciones se den, mayores serán las posibilidades de profesionalizarse en el terreno periodístico y la política en sí.

Mis reflexiones sobre este mundillo desde fuera como periodista novel son las siguientes: tanto en la prensa escrita, como en radio o televisión, lo que veo es que los analistas/periodistas políticos, en su inmensa mayoría hacen más la función de ‘voceros’ que de profesionales y/o heraldos o justicieros de la verdad. Si observáis, en muy pocas ocasiones percibiréis que este tipo de personas critiquen despiadadamente a los suyos. Ya pueden cometer la mayor de las tropelías que estos mismos portavoces, jamás acabarán diciendo que esa información es mentira o sesgada, y eso si no tienen la desfachatez de justificar las actitudes de sus socios para salvarles ese lugar en el que la espalda pierde su nombre.  Este tipo de acciones, a mí como periodista me indignan y mucho, puesto que todos los partidos políticos cometen acciones reprochables y por ese motivo cuando nuestros afines las produzcan, creo oportuno que hay que denunciarlas con el mismo furor que si fuesen provocadas por una formación contraria a nuestra ideología.

El hándicap de esas líneas rojas ‘invisibles’ creadas por los medios en los que se da preferencia a un determinado partido político, hacen que los que queramos ejercer esta profesión nos tengamos que amoldar a unas circunstancias y rediseñarnos como un producto atractivo para los medios audiovisuales y esa maldita obligatoriedad luego acarrea una imagen que acabaremos exteriorizando al mundo y que además nos conllevará una serie de consecuencias: crearnos un perfil de derechas nos cerrará las puertas a los medios de izquierdas y si decidimos hacer de nosotros un periodista de izquierdas sucederá lo mismo, pero con los medios de derechas. Luego también los hay que han pasado de un lado al otro de manera extremista y con gran facilidad, pero habría que ver la imagen y el concepto que tienen esos mismos periodistas ante el público que les observa. Por desgracia, estas cosas se dan cuando lo que prima son los ideales políticos por encima del sentido común.

Las relaciones entre los profesionales de la política y del periodismo también son muy importantes con motivo de que los unos y los otros se utilizan entre sí. El político necesita un altavoz que le cuente las pestes del enemigo y a su vez una plataforma que difunda su mensaje al público mientras que por su parte el periodista, tiene la necesidad de dar exclusivas e informaciones veraces para contentar a sus lectores y por ende a sus jefes. Por este motivo, el networking es muy imprescindible en este ámbito ya que a más informaciones consigamos, mayor importancia adquiriremos en el mundo del periodismo.  Según el nombre y el cargo del político nuestro futuro en esa modalidad puede estar o no asegurado.

Desde mi perspectiva creo que llegar a este tipo de perfiles y más si son de alto standing es muy difícil y por ese motivo, creo oportuno que hay que empezar desde abajo, asomando la patita conociendo políticos ‘low cost’ que sirvan como puente para acabar logrando así contactos de mayor categoría. Dentro del mundo de la política las relaciones que he tenido han sido contadas, pero esas pocas me han hecho ver la clase de perfiles que se pueden encontrar en las pequeñas delegaciones políticas. Mucha falsedad entre semejantes, puñaladas de unos a otros y en los que hay gente que te prometen una cosa y luego se olvidan de ella. Cuando te ven un periodista novel, los hay que se creen que tienen todo el derecho a pisotearte o incluso a ningunearte y precisamente esos que actúan de esa forma, acaban siendo políticos mediocres que pretenden crecer a costa de los pardillos. Yo no voy a medir con distinto rasero al político según su importancia ya que creo que la educación y la cordialidad se deben de dar hasta con el que menos afinidad política se tiene, pero claro, a quien pretenda ningunearme, zasca a la vista. Por mi corta experiencia en estos lares os tengo que confirmar que el respeto dentro del ámbito del periodismo y la política uno mismo se lo tiene que ganar plantando cara a cualquiera que te pretenda torear.

La conclusión final que saco a este tercer capítulo denominado La política y sus cauces mediáticos es la siguiente: Para ejercer, veo indispensable posicionarse sobre una ideología política ya que el que empieza caminando entre dos aguas, no acaba ejerciendo y esto quieras que no, se acaba volviendo una frustración para toda aquella persona que ha estudiado cualquier tipo de carrera, inclusive la de periodismo. El lema del buen periodista es “información es poder” y en la gran mayoría de los asuntos relacionados con la política tenemos que mojarnos. Izquierda o derecha, frío o calor, y así sucesivamente a excepción de en casos puntuales que podemos permitirnos el lujo de ser Suiza.

Puedes leer el capítulo anterior, ‘El compañerismo’, haciendo ‘click’ aquí.

Artículo de Jonathan Turrientes recogido del medio de comunicación El Diestro

Diario de un periodista novel: Capitulo II. “El compañerismo”

La relación entre compañeros, no es fácil. Aunque uno mismo pretenda tenerla buena y positiva, no siempre llega a ser así. La competencia por ascender profesionalmente más las manías personales que pueda tener el que tengamos enfrente o las nuestras propias, pueden condicionar esa camaradería.

Ya en la misma Universidad, encontramos inicialmente lo que es la antesala del compañerismo profesional. Estudiantes que de cara a la galería pueden ir de ‘buenos colegas’ pero que, a su vez, a la hora de pedirles favores relacionados con lo académico, estos buscan salirse por la tangente para no hacerlos. De manera directa o indirecta, he vivido este tipo de situaciones, en unas, el protagonista de la acción era yo y en otras, por el contrario, un compañero de confianza que intelectualmente hablando sobresalía por encima de los demás. Las actitudes de los estudiantes con este colega, la verdad que eran de traca, lo mismo establecían contacto con él para pedirle favores o reclutarle para trabajos en grupo, que le ignoraban cuando no le necesitaban o hacían el efecto fantasma al cruzarse con él por los pasillos de la facultad ignorándole por completo… hasta que volvían a requerir de su cabecita privilegiada, justo en ese mismo instante entraba en escena su visibilidad acompañados de la sonrisa de dentífrico y los ojitos de corderito degollado. Eso sí, cuando a estos individuos les pedían apuntes y no querían pasarlos, la diplomacia era el mecanismo que utilizaban para evitar un posible ‘cara a cara conflictivo’ con la persona que imploraba ser ayudada. Mismo símil puede suceder cuando el compañero y el favor provienen de un ambiente laboral, el desenlace para que ese colegueo fructifique suele ir condicionado a una serie de factores los cuales a continuación relataré:

El primer factor viene asociado a la jerarquía y a la actitud de ese compañero

Dentro de la buena camaradería podemos encontrar personas respetuosas con el ‘inferior’ o el ‘igual’, mientras que el que la ejerce de manera anómala, lo que produce es que el semejante, acabe profesando una actitud tiránica contra el periodista novel. Yo en mi experiencia haciendo prácticas en la emisora de radio que las hice, contaba con cuatro compañeros; tres hombres de una edad que pasaban los cuarenta y pico y una chica joven con aproximadamente unos cinco años menos que yo. De esta última, fue de la que mayor apoyo recibí, que casualmente era también nueva en el lugar, con la diferencia de que yo estaba de prácticas y ella como recién contratada en la empresa relacionada con el mundo de la radiodifusión. Llamativa fue mi experiencia en la que pude comprobar en ese mismo instante que el tridente de veteranos hacía piña entre ellos en vez de colaborar para que los nuevos nos aclimatáramos al ambiente. Aunque hubiese una cordialidad entre todos, las distinciones entre personas estaban ahí. “Nuevos Vs Veteranos o Jóvenes Vs Maduros, de una forma u otra, pero la división existía, mal que, de cara a la galería se intentase hacer ver a los que acudían al estudio que todo era maravilloso. Personalmente, dentro de ese tridente, solo a uno le llegué a tener inquina, por su facilidad de sacar a paseo su lengua viperina. Con los restantes, seguramente en la actualidad, no guardaría ningún tipo de rencor, aunque tuviese mis grandes diferencias con ellos.

Si hay algo que tengo claro en mi corta experiencia en estas lides es que no todo el mundo sabe llevar bien un cargo de gran responsabilidad o el estatus de ser el veterano en una empresa audiovisual a la hora de instruir o tratar con becarios o noveles. En muchas ocasiones he podido comprobar esta misma situación, el veterano de llegar a ayudarte lo hacía una vez y ya no más, quizás en alguna ocasión pudiese haber un segundo apoyo, pero en veces contadas. Desde mi experiencia puedo decir que los veteranos no tuvieron ningún tipo de empatía con el novato, esto es, conmigo.

Creo que tener la vocación de periodista y todo lo que ello conlleva, para mí es determinante porque cualquiera no vale para enseñar. Dentro de la jerarquía hegemónica, encontramos personas que cuando su posición es mayor a la de otro periodista, estos acaban aprovechándose de ello. En unos casos para ofender o ridiculizar al compañero ‘inferior’ y en otros, para utilizar al nuevo como el tonto útil del que sacar tajada de él como el chico de los recados o al que poner en su punto de mira para pisotearle en el momento en el que este no haga las cosas tal cual las quiera el colega de superior categoría. Este tipo de situaciones las pude vivir yo, hacerte ir de recadero para entregar las entradas gratuitas que se sorteaban en la emisora al mediodía o el caso de regañarte por no actuar como ellos lo harían a la hora de tomar ciertas decisiones. En unas ocasiones esto se debía por la falta de experiencia propia y en otras, porque cada persona es un mundo y la decisión en ciertas circunstancias dependen del pensamiento de la propia persona. La paciencia cuando eres becario o novato tiene que ser fundamental y en ocasiones el novel, debe asumir la necesidad imperiosa de aguantar sapos y culebras con tal de integrarse en un nuevo grupo humano.

Ser ‘el nuevo’ en cualquiera de sus vertientes puede provocar dos circunstancias completamente antagónicas. Lo mismo te vuelves más fuerte y acabas haciéndote respetar ante los demás, que terminas derrumbándote y planteándote dejar esa misma profesión por la que tantos años te pasaste en la Universidad y todo, por una pandilla de frustrados que han visto que su techo profesional ya llegó a su fin, estando en el lugar en el que están y que más arriba, ya no treparán. Tu rendimiento e incluso ilusión por la profesión puede depender exclusivamente de cómo te lo pongan de fácil o difícil los compañeros que tengas a tu alrededor además de tu propia fortaleza psicológica.

El segundo factor viene relacionado con la seguridad o más bien, la inseguridad que pueda tener ese mismo compañero

Una persona que se muestra segura de sí misma profesionalmente hablando, no tiene por qué temer que su puesto de trabajo peligre. En ocasiones, el compañero mediocre no tiene la actitud de ayudar al novel debido a esos miedos e inseguridades que le rodean a ser relevado por alguien y más cuando ese colega al que ve en realidad como adversario, posee talento y lozanía, algo que a este mismo le otorga un gran margen de mejora para superar a su ‘rival’ maduro. La juventud, otorga ilusión y grandes aspiraciones mientras que el veterano, sabe que alguien joven puede poner en aprietos su puesto de trabajo si recibe una instrucción tan implicada como profesional. Para un empresario, tener a un joven bien pulido se convierte en toda una perita en dulce y la garantía de poder rejuvenecer una plantilla que puede quedar ‘muy retro’ a la hora de poder ejercer un periodismo más moderno gracias a las nuevas modalidades que tiene el periodismo actual por medio de las redes sociales.

En mi experiencia, uno de los momentos en los que en mayor medida me sentí zancadilleado profesionalmente, fue a la hora en la que los veteranos no me diesen tareas en las cuales yo pudiese destacar, como por ejemplo al no ofrecerme asuntos relacionados con la realización de cuñas publicitarias o entrevistas a diferentes personalidades que pasasen por la radio. Dos modalidades en las que no sólo hubiese despuntado como periodista en ese mismo lugar, sino que además este hecho ocasionase que los veteranos se liberasen de la carga de trabajo que tenían o lo que es lo mismo, de ese trueque ambas partes habríamos salido beneficiadas. Desde mi percepción considero que un buen compañero debería de sentirse orgulloso de poder ser el mentor de un novel e incluso que este pueda acabar convirtiéndose en un referente gracias a sus consejos y nociones asociados a los medios. También por otro lado, entiendo y empatizo con el veterano inseguro ya que cuando se llega a una edad y estás en tu teóricamente último trabajo, en el que ya gozas de una gran estabilidad, es comprensible que el miedo a que uno más joven te desbanque de la silla. La mediocridad y el acomodamiento de un profesional hace que acontezcan estos miedos atroces de los veteranos a ser despedidos, ya que, en honor a la verdad, en igualdad de condiciones controlando al 100% un novel y un veterano las herramientas y técnicas asociadas a su trabajo, el uno, siempre tendrá la ventaja que no tiene el otro por varios motivos: el primero, el hambre de triunfar que tiene el joven y el segundo relacionado con el sueldo. Al novato a priori, siempre le pondrán un salario más bajo que a un experimentado y claro, en esta profesión llamada periodismo, los jóvenes priorizamos más en el hecho de lograr ejercer de aquello para lo que hemos estudiado que en el sueldo en sí, ya que consideramos que ese emolumento será incrementado junto a la experiencia que vayamos adquiriendo en los medios con el transcurso del tiempo.

Y el tercer y último factor varía dependiendo de la calidad humana del compañero

Hay colegas que pueden mirar al periodista novel como un ejemplo de lo que fueron antaño. Otros, sin embargo, aprovecharán su supremacía para ser totalitarios como ocurrió con ellos, en su momento. ¿La calidad humana se nace con ella o se hace con las experiencias? Es una pregunta que su respuesta dependerá de cada historia que tengamos enfrente. Las mejores vivencias que he podido tener en mi periodo de prácticas iban asociadas a los asuntos extraprofesionales. De hecho, con uno de los compañeros veteranos que tuve, la relación era cordial tirando a buena cuando estábamos fuera de la radio pero que, sin embargo, cuando nos metíamos dentro del estudio, su actitud cambiaba a tirano. Eso sí, sus acciones me sirvieron para saber la clase de personas que me podía encontrar en este mundo en el que ejercer no es fácil y en el que triunfar, tampoco. Las zancadillas, las acabé recibiendo desde todos los puntos cardinales.

Para mí, el concepto de buen compañero sería el definir al sujeto como alguien justo, humano y comprensivo, este tercer adjetivo muy determinante ya que los nuevos no tenemos las capacidades sobresalientes que tienen ellos y por ese motivo, deben comprender el hándicap de ser novato. Alguien que cuente con veinte años de carrera periodística (con mayor o menor éxito) no puede exigir a uno que lleve cuatro días a que tenga sus mismos conocimientos puesto que, aun suponiendo que en alguna cosa concreta podamos sobresalir, en todo no lo haremos, porque no somos máquinas sino seres humanos con ganas y motivación de aprender.

La conclusión final que saco a este capítulo II denominado El compañerismo es la siguiente: Cuando eres novel, hay que ir con pies de plomo y no pensar que todo aquél con el que nos crucemos en el trabajo nos va a ofrecer la mano y con más motivo cuando hablamos de una profesión como esta, en la que destacar es indispensable para poder vivir de lo que amas.

Puedes leer el capítulo anterior, ‘Las adversidades’, haciendo ‘click’ aquí.

Artículo de Jonathan Turrientes recogido del medio de comunicación El Diestro

Diario de un periodista novel: Capítulo I. “Las adversidades”

27 de junio de 2019, fecha marcada en el calendario y en mi mente, la misma en la que dejé de ser un estudiante de periodismo y pasé a ser periodista novel tras años y años de estudios y anécdotas de toda índole. El trabajo final de carrera sobre el diario bilbaíno La Gaceta del Norte fue el que me dio luz verde para poder iniciarme como profesional ya con el título en la mano, en este mundo tan competitivo y lleno de adversidades.

Una vez fuera de la Universidad, las preguntas que uno mismo se hace son las siguientes: ¿Qué será de mí tras años y años de formación académica? ¿Pasar de estudiante a profesional de la comunicación será un cambio brusco hacia mi persona? ¿Me afectará el qué dirán por los artículos que redacte en los diferentes medios con los que colabore? ¿Llegará el día en el que pueda vivir exclusivamente del periodismo o se convertirá en un hobby vitalicio del que nunca recibiré remuneración económica alguna? La verdad que todas estas cuestiones, en este año, el de mi debut como periodista, no las puedo contestar en este instante. El tiempo y el paso de los años y las experiencias, serán quienes vaticinen mi futuro profesional. Aun así, hoy en día lo que sí puedo revelar es que la profesión de periodista, cuenta con un cúmulo de escollos y de adversidades.

El primer infortunio con el que contamos los periodistas noveles es el hándicap del anonimato y por ese motivo, el labrar una imagen profesional es algo crucial para intentar despuntar entre los demás. A priori, no somos EL PERIODISTA, sino que, al comenzar desde la casilla cero del tablero o incluso desde la menos cinco, somos UN PERIODISTA MÁS, el cual tiene que competir quiera o no con miles o millones de compañeros para alcanzar el éxito, o lo que es lo mismo, vivir holgadamente de la profesión. A esto, hay que sumarle la invención y la posterior potencialización de la marca personal: creando un blog y perfil oficiales en las distintas redes sociales que abundan en Internet para mostrarnos accesibles al mundo a nuestros futuros lectores.

En segundo lugar, en la profesión de periodista, no solo hay que competir con gente de nuestro mismo rango, sino que también con personalidades que cuentan ya con una trayectoria, además de con gente de renombre dentro de los medios de comunicación. La ilusión contra la experiencia, una larga batalla en la que la ilusión tiene unos grandes conocimientos sobre ciberperiodismo, algo que no tiene el experimentado por norma general pero que este a su vez, ese vacío lo rellena con la gran sabiduría que no poseemos los jóvenes a niveles de historia o del propio funcionamiento de un periódico, radio o televisión en la práctica. Y a este hecho, hay que contar con que, en la gran mayoría de los casos, el periodista vocacional, quiere morir ejerciendo la profesión que realiza desde que obtiene su primer contrato de trabajo, especialmente, quien ama esta carrera. ¿Jubilación? Para adentrarnos en este mundo de manera profesional, dependemos exclusivamente del veterano y de sus ganas, desganas o cansancio mental por seguir trabajando.

La tercera viene de la mano del intrusismo que tiene esta profesión. Son muchas las personas que por tener ‘amigos’ en el mundo de la comunicación, ingresan en este gremio sin necesidad de poseer la titulación de periodista y a este hecho, hay que sumarle otro contra, los individuos que salen de los realities. Estos también nos dificultan a la hora de avanzar. El individuo sin titulación como genere audiencia, nos cerrará muchas puertas. La repercusión pública en muchísimas ocasiones prima por encima de la formación y más en el momento que somos ‘pipiolos’ en un mundo lleno de pirañas y pelotas dispuestos a todo con tal de conseguir el dinero fácil.

En cuarto lugar, otro hándicap con el que contamos los noveles es la situación geográfica. Según el territorio en el que vivamos, la profesión de periodista tendrá más o menos oferta. He aquí mi ejemplo personal, yo soy residente en Bilbao y en mi propia ciudad no habrá la misma cantidad de negocios relacionados con el mundo audiovisual como pueden tener localidades como Madrid o Barcelona. Es cierta la premisa de que a más grande sea el territorio, más personas pueden optar a ese puesto, pero en honor a la verdad, también hay que mirar la variable de que, en una localidad que cuenta con más medios de comunicación, mayores serán las posibilidades de ser agraciado con un puesto de trabajo. La situación geográfica también tiene un ‘contra moral’ y es la adaptación que pueda tener uno mismo a la hora de cambiar de lugar de residencia. Yo mismo, he podido vivir en primera persona ese mismo caso tras pasar casi un año haciendo prácticas en Miranda de Ebro, una pequeña ciudad situada en la comunidad autónoma de Castilla y León. Pasar de una ciudad mediana tirando a grande a una pequeña tirando a muy pequeña en donde además no conoces a nadie, no es fácil. No todo el mundo está lo suficientemente preparado como para dejar SU CIUDAD por una que puede ser la antítesis en todos los sentidos de esta. Doy fe de ello, adaptarse a lo distinto se vuelve una obligación.

Y la quinta y última adversidad viene asociada con el mundo de la imagen. Hoy en día, aunque las televisiones y la prensa nos pretendan vender de cara a la galería que el físico no importa, claro que cuenta a la hora de ser elegido para un puesto relacionado con el mundo de la comunicación. El cuidado de la imagen es algo indispensable porque si observados en los medios actuales, especialmente en televisión, son muchos los reporteros y periodistas en general (especialmente mujeres) que acaban contando con un gran atractivo físico. ¿Cosificación de la persona? Sí, somos un ‘producto’ que se tiene que cuidar tanto interiormente como exteriormente. Quien tiene la suerte de ser ‘guapo’, juega con un plus frente a los no agraciados, mientras que, el que es feo, debe de intentar mejorar su vestuario y físico dentro de sus posibilidades para poder contar con opciones frente a un ‘guapo’. De todas formas, como siempre manifiesto, no creo que existan guapos oficiales, para mí existen dos categorías completamente diferentes que son: los ‘feos oficiales’ y los que son ‘para gustos’ ya que hasta el más guapo habrá a alguien que le parezca feo, sin embargo, el feo siendo muy optimistas, la persona que mejor le considere, le verá del feíto o del montón, véase la tan susodicha expresión, “para gustos están los colores”.

La conclusión final que saco a este primer artículo denominado “Las adversidades” es la siguiente: los nuevos, tenemos que aprender a lidiar contra viento y marea, soñar con alcanzar el éxito, pero siempre con los pies en la tierra y prepararnos en todos los sentidos para un futuro que está ahí a la vuelta de la esquina. Serán muchas las dificultades que se nos presenten hasta lograr el objetivo primordial de lograr el reconocimiento futuro a toda una trayectoria, la cual son muy pocos los que la acaben consiguiendo.

Artículo de Jonathan Turrientes recogido del medio de comunicación El Diestro

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