España es el país por antonomasia en temas de subvenciones. Sobre todo, las encontramos en asuntos relacionados con los espectáculos véase por ejemplo el cine, el teatro y el artisteo en general, algo que la verdad, me preocupa y mucho ya que, en donde se debe de repartir este tipo de emolumentos creo que es en cuestiones asociadas con el ámbito de la sanidad y no para algo que bajo mi punto de vista es prescindible y que, en muchos casos, lo que busca es adoctrinar a la ciudadanía de manera directa o indirecta sobre diferentes temas sociales o de actualidad.
Son cuantiosas las ocasiones en las que hemos visto como artistas de todo tipo de pelaje (en su mayoría frikis o mediocres que ya solo les ven en sus casas y en menor medida, contrastados pero que apelan a demagogias para alentar a sus fans) se han metido a opinar en cuestiones relacionadas con la política a través de los medios o por las diferentes plataformas sociales que podemos encontrar en Internet apostando fielmente por la izquierda y atacando ferozmente a la derecha. Y la pregunta es: ¿A qué se debe ese posicionamiento ferviente por uno de los dos espectros?
La respuesta es muy sencilla, a consecuencia de que los partidos políticos que se hacen llamar progresistas (que luego eso de progresar, nada de nada, solo progresan sus bolsillos y los de sus familiares y amigos) resulta que ‘compran’ a este tipo de target ofreciéndoles subvenciones para facilitar la financiación de los diferentes proyectos que realicen algo que para mí demuestra que si ciertas películas tienen la necesidad de ser subvencionadas por el Estado es porque lo que nos venden es mediocridad pura y dura. Un contenido audiovisual, si cuenta con un buen guion y un gran elenco de actores, más de una productora se matará por invertir en ese proyecto sin meter subvenciones públicas de por medio.
Lógicamente las productoras pueden predecir unas expectativas y luego la realidad ser otra, pero normalmente, cuando hay una financiación privada se debe a que hay grandes posibilidades de que ese contenido sea exitoso.
Por el contrario, cuando hay subvenciones por parte del estado, es señal de que lo que nos pretenden vender es un pufo y bajo mi modo de ver, creo que hoy en día son muy pocas las películas de nuestro cine por las que pagaría 7 euros para verlas. Habrá gente que discrepe conmigo o el típico que diga, “tú eres de derechas y solo ves lo malo de la izquierda”, para esos mismos detractores les diré que tampoco soy partidario de que se financie la tauromaquia. Como bien señalé arriba, las subvenciones deben de ser para temas de sanidad y no para espectáculos de ningún tipo y si tuviera que posicionarme sobre a qué tipo de entidades me gustaría que se les otorgara este tipo de ayudas sería para las relacionadas con el cáncer infantil ya que los niños del hoy serán los hombres y las mujeres del mañana.
Para mí financiar un proyecto mediocre por mucho nombre que tengan los directores de éste, sería lo equivalente a que des a Manolo y Benito, sí a aquellos de la serie de ficción de Antena 3 de los años 90 ‘Manos a la Obra’ una subvención para que mantengan su chiringuito con motivo de que carecen de clientela por falta de talento, para así prorrogar sus pifias evitando el cierre del establecimiento. Los directores y actores mediocres serían igual que estos dos personajes de ficción que menciono ya que contarían con una ‘profesión’ en la que teóricamente son profesionales pero que fallan en su forma de realizar su trabajo. Los personajes de ficción fallaban por manazas y porque sus trabajos terminaban derrumbados o destrozando mobiliarios y los artistas del espectáculo por su falta de imaginación y porque vivimos en un mundo en el que solo los mejores deben vivir de lo suyo, sin necesidad de que meta la mano una subvención del papá Estado.
Artículo de Jonathan Turrientes recogido del medio de comunicación El Diestro